Ingite · nº 36 · Julio de 2023

4 INGITE CARTA DEL PRESIDEENTE // N os encontramos ante una Función Pública arcaica y obsoleta, que permanece anclada en el siglo XX, que, a raíz de ello, está vulnerando los de- rechos de cientos de miles de Gradua- dos/as en Ingeniería españoles, que además incumple de forma sistemática y sistémica los principios esenciales de mérito, capacidad e igualdad, y además camina en el sentido opuesto al de la competitividad que de forma natural impera en la sociedad. ¿Por qué en la sociedad y en las empresas los Graduados en Ingeniería no tenemos límites profesionales, y en la Función Pública tenemos un techo de cristal que nos impide acceder al máximo nivel en igualdad de condicio- nes que el resto de los graduados/as? Si para acceder al cuerpo de jueces, abogados del Estado, técnicos comer- ciales del Estado, veterinarios, farma- céuticos, etc., se puede acceder con el título de Grado, ¿por qué para acceder a los cuerpos de ingenieros se exige un máster determinado, insólito en el pa- norama europeo y mundial? Algo totalmente incompresible y discriminatorio, que solo encuentra la justificación en el origen de dichos cuerpos de Ingenieros, creados a prin- cipios del siglo pasado y que nada tienen que ver ni con la realidad aca- démica actual, ni por supuesto con la sociedad y los requisitos profesionales actuales, donde imperan otros princi- pios, valores y libertades, muy alejados de los cotos y elitismos de épocas pa- sadas. Pero es que la involución se sigue notando hasta en el lenguaje, dado que por desgracia se siguen utilizan- do los calificativos de “superior”, “gra- do medio” o “titulado medio” como si la Función Pública hubiese estado en una caverna totalmente aislada y no viviese en la realidad actual, lo cual no solo es preocupante, sino además des- moralizador, porque lejos de tener una Administración ejemplar, tenemos que sufrir el sectarismo, la discriminación y la involución. Con los criterios que utiliza la Fun- ción Pública española, seríamos un país tercermundista en relación con el número de ingenieros por habitante, y esto es algo muy preocupante que debería llevarles a la reflexión. Si los Graduados en Ingeniería no somos in- genieros, ¿qué somos? ¿qué hacemos? ¿para qué estamos? Pues bien, somos ingenieros, hacemos ingeniería y esta- mos concebidos para crear, solucionar, innovar y mejorar este mundo, y así nos lo reconoce la sociedad a la que servimos de forma profesional y hones- ta, donde nos hemos ganado el respe- to y consideración por méritos propios. Pero es más, los Graduados en In- geniería españoles estamos altamente valorados y no tenemos barreras en La justicia social se impondrá

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