Es una lástima que nuestros egresados universitarios, a diferencia de la mayoría de países, no disfruten ese acercamiento a la práctica profesional y laboral, así como que las empresas no reciban para sus nuevos trabajadores titulados una garantía de conocimiento basado en la experiencia y el training previos; tal como obtienen con los títulos profesionales otros Graduados en el resto del mundo.

Por José Javier Medina Muñoz, Presidente del INGITE.
Doctor en CC. Políticas y Sociológicas.
Ingeniero Técnico en Telecomunicaciones.

Este alejamiento, que traen “de serie” las titulaciones españolas, es lo que viene forzando a muchas Asociaciones y Colegios profesionales, como las entidades que integran el INGITE, a manifestar a los departamentos gubernamentales relacionados con la Educación las necesidades de convergencia entre la enseñanza (secundaria, profesional y universitaria) con la formación que se requiere en el mundo empresarial y la industria para ser cada día más productivos y competitivos.

No nos pronunciamos sobre los programas de estudio por placer o entretenimiento, sino por la evidente precisión de que nuestros trabajadores del presente y del futuro también sean convergentes en su formación recibida, a fin de que sea referente e intercambiable con la de sus homólogos ingenieros, arquitectos, médicos, economistas, abogados, etc, del resto de países más avanzados.

En el caso de las ingenierías, donde se estudian las tecnologías que más evolucionan, resulta vital converger en formación para participar con profesionales suficientemente preparados en todo tipo de empresas, proyectos y obras nacionales e internacionales.

Si pretendemos mantener un nivel de reconocimiento de nuestros ingenieros en el entorno europeo del EEES y en el concierto competitivo mundial, todavía lo tenemos al alcance de la mano con 2 sencillas consideraciones:

– Defendiendo los actuales Grados en Ingeniería. Es muy de lamentar que la Disposición Adicional Decimoprimera del Borrador de nuevo Real Decreto de Educación pretenda perpetuar una situación de confusionismo y falta de transparencia en la oferta educativa de la ingeniería, que aún se mantenía en la actualidad permitiendo la proliferación de títulos de Grado sin atribuciones profesionales: tales Grados no deben ser en ingeniería.

– Es deseable que, de una vez por todas, la autonomía de las universidades en el diseño de su oferta educativa respete el principio fundamental del EEES de que el título de Grado articula la formación superior generalista, mientras que el título de Máster está más orientado a la especialización y el Doctorado a la investigación. Sólo los Grados en ingeniería deben dar derecho a acceder a los Másteres en ingeniería.

Con respecto a la homogeneidad formativa en los Grados de Ingenierías españoles, incluso más importante aún que las duraciones de los estudios (que es de lo que más se comenta), lo son las metodologías, es decir cómo enseñan nuestros docentes en las aulas: Necesitamos profesores que utilicen técnicas formativas que estimulen el emprendimiento, el trabajo en equipo, la organización del tiempo, las capacidades de negociación, las habilidades comunicativas, la toma de decisiones, la gestión supranacional, prácticas telemáticas para el teletrabajo, etc.

En cuanto a las duraciones de los estudios de ingeniería en el mundo, el modelo más habitual y competitivo es el Bachelor on Engineering de 4 cursos de duración, presente en el mundo anglosajón (Estados Unidos, Reino Unido, Irlanda,etc) y multitud de grandes países como Japón, Australia, etc e, incluso con el título de Grado en Ingeniería, en cerca de la mitad de los países europeos.

Pongamos a trabajar la legislación hacia objetivos de productividad y competitividad para los perfiles universitarios españoles de ingeniería, a través de:

  • una habilitación de títulos por el mundo profesional, para facilitar a los ingenieros egresados su acceso al empleo y a las capacidades en proyectos tecnológicos.
  • una potenciación de nuestro modelo de 240 ects, que faculta para la movilidad, el acceso a homologaciones y oposiciones en toda Europa y permite integrar prácticas en empresas durante los estudios universitarios.

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